Nuestros pueblos están llenos de ricas tradiciones, folklore y costumbres que hemos sabido mantener a lo largo de la historia.
Algo tan nuestro como las sidrerías, con su peculiar ambiente en torno a la buena mesa, o las múltiples ferias de productos, logran reunir a gentes de diversos puntos de nuestra geografía.
Estandarte de nuestra cultura rural. En nuestros caseríos se ha sabido cuidar y tratar con mimo y delicadeza las materias primas, creando productos elaborados y de gran calidad, para ofrecer al mundo un pedazo de nuestra identidad.
A lo largo de las estaciones del año, sumidos en cada ciclo natural, los baserritarras trabajan la tierra y sus productos, cuidando de sus animales, elaborando las materias primas, tallando y moldeando los materiales... forjándose en expertos artesanos. Un modo de vida que apoyamos y deseamos mantener.
Paisajes tranquilos y armónicos, imprescindibles de preservar. Verdaderos templos de recogimiento espiritual donde el hombre deja su huella sabiendo respetarlos y amarlos, logrando una convivencia armónica y en equilibrio con el resto de los seres... Es esta la principal fuente donde se nutre nuestra cultura.